El tejido conjuntivo.
La función del tejido
conjuntivo es la de unir y relacionar a los demás tejidos entre sí.
Está muy vascularizado y tiene numerosas terminaciones nerviosas. Su
matriz extracelular está formada por fibras colágenas, elásticas y
reticulares, y por una sustancia fundamental glucoproteíca y
semilíquida. En cuanto a sus células, son generalmente grandes y de
varios tipos:
- Fibroplastos. Estas células, de forma irregular y con numerosas prolongaciones, producen las fibras y la sustancia amorfa de la matriz. Al madurar, pierden actividad, y se llaman fibrocitos.
- Histiocitos o macrófagos. Tienen movimiento ameiboide y son capaces de fagocitar partículas y sustancias extrañas.
- Mastocitos o células cebadas. Son esféricas y tienen numerosos gránulos citoplasmáticos llenos de sustancias, como la heparina, la histamina, etc., que liberan en determinadas circunstancias.
- Adipocitos. Almacenan grasa.
- Células sanguíneas. Son los linfocitos y los plasmocitos. Los linfocitos proceden de la sangre, y los plasmocitos o células plamáticas derivan de los linfocitos B y producen anticuerpos.
Se distinguen tres tipos
de tejido conjuntivo:
- Conjuntivo laxo. Se encuentra debajo de la dermis. Sus células, sus fibras y su sustancia fundamental están en igual proporción , lo que lo hace flexible y poco resistente a la tracción. Sirve de apoyo a los epitelios y rellena huecos entre órganos.
- Conjuntivo denso. Tiene fibras colágenas que lo hacen flexible y muy resistente a las tracciones. Las fibras se pueden disponer paralelas, como en los tendones, o sin orden, como en la dermis.
- Conjuntivo elástico. Tiene una gran abundancia de fibras elásticas, que le dan una gran elasticidad. Por ello se localiza en órganos que necesitan expandirse o dilatarse de manera habitual, como la pared de los vasos sanguíneos, bronquios, etc.
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